Hoy toca
hablar de El Pantanal. Una región en Mato Grosso que desborda vida salvaje. Es
una región de pantanos que se pasa medio año anegada por el agua, en la época
de lluvias y la otra mitad el agua se va yendo poco a poco y la región queda
más transitable.
La
llegada suele hacerse al aeropuerto de Cuiabá y desde ahí, en coche, se llega
en unos 100 km a la carretera Transpantaneira. Una pista sin asfaltar que
cuando llueve mucho se puede volver intransitable y recomiendan ir en un buen
coche 4x4. Como nosotros llegamos en comienzo de la época de sequía no tuvimos
problemas con un VW Gol de poca potencia. Por lo menos en los 30 primeros
kilómetros, nos pilló algo de lluvia pero los hicimos bien. Luego, a partir de
cierto punto, del cruce con el Río San Lorenzo (creo), la carretera se vuelve una pista de patinaje
a poca agua que caiga y no pudimos continuar. Pero no importa, nuestro objetivo
estaba mucho antes, la posada Araras Eco Lounge.
Toda la
zona de la carretera Transpantaneira está bastante deshabitada, solo en algunos
ranchos y posadas hay gente así que los animales campan a sus anchas por el
territorio. Es increíble la cantidad de pájaros que hay, desde mínimos a
gigantescos especímenes bien feos. De mamíferos también andan sobrados aunque éstos
se esconden más y, que recuerde, solo conseguí ver capibaras, koatis, un zorro,
conejos y un montón de simpáticos monos. A parte de las vacas, caballos y búfalos
criados para alimentar y servir al ser humano. El preciado jaguar pintado que
domina el territorio fue esquivo y no lo conseguimos ver, nos decían que estaba
más hacia el final de la transpantaneira pero el coche no nos daba para llegar
a causa de las lluvias.
En cualquier caso, tuvimos animales de sobra en los
alrededores de la posada.
Caimán |
Reptiles
también tienen, muchísimos de hecho. Caimanes a punta pala, que te miran con
ojos de deseo cuando estás cerca, como pensando que puedes ser un suplemento
vitamínico extra a su dieta de pescado y capibara. Hay miles de caimanes, de
noche apuntas con una linterna a una charca y ves sus ojos rojos. En realidad
ves cientos de ojos rojos. Menos mal que no se nos han perdido nada en el agua…
Por lo
general las posadas de la zona funcionan de modo similar, ofrecen alojamiento,
comida y excursiones. Sobre alojamiento no hay pegas, una habitación con 2
camas y cuarto de baño más que digno y una agradable hamaca en el exterior para
descansar de las excursiones.
La
comida tampoco tiene pega, hay comida en abundancia de la de repetir hasta reventar
4 veces al día. A saber: Desayuno, sobre las 7:00, copioso con bollería, huevos
revueltos, fruta, leche, café. Y la impagable compañía de varias especies de
aves que acompañan el desayuno y lo degustan acompañándote. Es un placer ver a los
pajarillos de cabeza colorada tragando bizcocho y mantequilla.
La
comida, creo que a las 12:00, otro bufé a base de arroz y feijáo como base y un
montón de otras cosas, carne y pescado y postre.
La
cena, a las 19:00 que viene a ser como la comida en cuanto a abundancia y tipos
de platos.
Entre
huecos de comida se pueden organizar excursiones para poder decir que no es
todo comer. De entre el abanico de posibilidades nosotros hicimos 3 excursiones
organizadas: Visita nocturna a los alrededores, lo que llaman un safari fotográfico.
No vimos mucha fauna superior pero sí una cantidad absurda de mosquitos y una
gran familia de capibaras.
Un
paseo en caballo pantanero, un paseo que atraviesa pantanos y ves a los
caimanes observarte aunque no atacarte. Los caballos son muy listos y los
detectan y ponen distancia suficiente. Pero ojo, no hay que descuidarse. Es, de
largo, la excursión más interesante y que más recuerdos deja. Creo que nos
llevamos de vuelta a Sao Paulo un par de pulgas por cabeza que nos marcaron
durante unos días.
Paseo
en canoa, es bonito pero se suda bastante teniendo que remar. En el lugar donde
pillamos la canoa tenían unas jaulas abiertas donde dan cobijo a loros
recuperados del tráfico ilegal pero que se han acostumbrado a vivir en
dependencia humana. Eso sí, también muy simpáticos y algunos hasta consiguen
sobrevivir en la vida salvaje.
El búfalo antes de que nos lo cenemos |
Un
paseo por los miradores de los dominios de la posada nos llevó sobre las copas
de los árboles a observar la magnitud de la región y compartimos temporalmente
el espacio de los monos que a veces se enfadan y a veces no. Esta vez no.
Uno de
los días, no lo vamos a considerar excursión, nos trajeron una pareja de padre
e hijo que nos deleitaron la noche con sus cantos y baladas “country brasileiro”
o sartenejo a la luz de una hoguera que nos mantenía lejos los mosquitos.
Y poco
más. Muy recomendable acudir a alguna posada de estas del pantanal, disfrutar
de la gastronomía local y de las excursiones. Toda la región parece que está en
manos privadas y se mantiene así de salvaje porque todavía no les ha dado por
destrozar el medio ambiente. Y que siga así.
Aquí dejo un álbum con fotos de lo que se vimos y vivimos en el pantanal.
Nos vemos.
Aquí dejo un álbum con fotos de lo que se vimos y vivimos en el pantanal.
Nos vemos.
En mi caballo talibán voy camino a Afganistán |