jueves, 30 de mayo de 2013

En el Pantanal


Hoy toca hablar de El Pantanal. Una región en Mato Grosso que desborda vida salvaje. Es una región de pantanos que se pasa medio año anegada por el agua, en la época de lluvias y la otra mitad el agua se va yendo poco a poco y la región queda más transitable.
La llegada suele hacerse al aeropuerto de Cuiabá y desde ahí, en coche, se llega en unos 100 km a la carretera Transpantaneira. Una pista sin asfaltar que cuando llueve mucho se puede volver intransitable y recomiendan ir en un buen coche 4x4. Como nosotros llegamos en comienzo de la época de sequía no tuvimos problemas con un VW Gol de poca potencia. Por lo menos en los 30 primeros kilómetros, nos pilló algo de lluvia pero los hicimos bien. Luego, a partir de cierto punto, del cruce con el Río San Lorenzo (creo), la carretera se vuelve una pista de patinaje a poca agua que caiga y no pudimos continuar. Pero no importa, nuestro objetivo estaba mucho antes, la posada Araras Eco Lounge.

Toda la zona de la carretera Transpantaneira está bastante deshabitada, solo en algunos ranchos y posadas hay gente así que los animales campan a sus anchas por el territorio. Es increíble la cantidad de pájaros que hay, desde mínimos a gigantescos especímenes bien feos. De mamíferos también andan sobrados aunque éstos se esconden más y, que recuerde, solo conseguí ver capibaras, koatis, un zorro, conejos y un montón de simpáticos monos. A parte de las vacas, caballos y búfalos criados para alimentar y servir al ser humano. El preciado jaguar pintado que domina el territorio fue esquivo y no lo conseguimos ver, nos decían que estaba más hacia el final de la transpantaneira pero el coche no nos daba para llegar a causa de las lluvias.
Caimán
En cualquier caso, tuvimos animales de sobra en los alrededores de la posada.
Reptiles también tienen, muchísimos de hecho. Caimanes a punta pala, que te miran con ojos de deseo cuando estás cerca, como pensando que puedes ser un suplemento vitamínico extra a su dieta de pescado y capibara. Hay miles de caimanes, de noche apuntas con una linterna a una charca y ves sus ojos rojos. En realidad ves cientos de ojos rojos. Menos mal que no se nos han perdido nada en el agua…

Por lo general las posadas de la zona funcionan de modo similar, ofrecen alojamiento, comida y excursiones. Sobre alojamiento no hay pegas, una habitación con 2 camas y cuarto de baño más que digno y una agradable hamaca en el exterior para descansar de las excursiones.
La comida tampoco tiene pega, hay comida en abundancia de la de repetir hasta reventar 4 veces al día. A saber: Desayuno, sobre las 7:00, copioso con bollería, huevos revueltos, fruta, leche, café. Y la impagable compañía de varias especies de aves que acompañan el desayuno y lo degustan acompañándote. Es un placer ver a los pajarillos de cabeza colorada tragando bizcocho y mantequilla.
La comida, creo que a las 12:00, otro bufé a base de arroz y feijáo como base y un montón de otras cosas, carne y pescado y postre.
Desayunando
La merienda, a las 16:00, a base de bizcochos, café y tés.
La cena, a las 19:00 que viene a ser como la comida en cuanto a abundancia y tipos de platos.

Entre huecos de comida se pueden organizar excursiones para poder decir que no es todo comer. De entre el abanico de posibilidades nosotros hicimos 3 excursiones organizadas: Visita nocturna a los alrededores, lo que llaman un safari fotográfico. No vimos mucha fauna superior pero sí una cantidad absurda de mosquitos y una gran familia de capibaras.
Un paseo en caballo pantanero, un paseo que atraviesa pantanos y ves a los caimanes observarte aunque no atacarte. Los caballos son muy listos y los detectan y ponen distancia suficiente. Pero ojo, no hay que descuidarse. Es, de largo, la excursión más interesante y que más recuerdos deja. Creo que nos llevamos de vuelta a Sao Paulo un par de pulgas por cabeza que nos marcaron durante unos días.
Paseo en canoa, es bonito pero se suda bastante teniendo que remar. En el lugar donde pillamos la canoa tenían unas jaulas abiertas donde dan cobijo a loros recuperados del tráfico ilegal pero que se han acostumbrado a vivir en dependencia humana. Eso sí, también muy simpáticos y algunos hasta consiguen sobrevivir en la vida salvaje.
El búfalo antes de que nos lo cenemos
También vimos como descuartizaban un búfalo que sería nuestra cena ese día. Rico búfalo, pardiez.
Un paseo por los miradores de los dominios de la posada nos llevó sobre las copas de los árboles a observar la magnitud de la región y compartimos temporalmente el espacio de los monos que a veces se enfadan y a veces no. Esta vez no.
Uno de los días, no lo vamos a considerar excursión, nos trajeron una pareja de padre e hijo que nos deleitaron la noche con sus cantos y baladas “country brasileiro” o sartenejo a la luz de una hoguera que nos mantenía lejos los mosquitos.
Y poco más. Muy recomendable acudir a alguna posada de estas del pantanal, disfrutar de la gastronomía local y de las excursiones. Toda la región parece que está en manos privadas y se mantiene así de salvaje porque todavía no les ha dado por destrozar el medio ambiente. Y que siga así.

Aquí dejo un álbum con fotos de lo que se vimos y vivimos en el pantanal.


Nos vemos.
En mi caballo talibán voy camino a Afganistán

Araras Azules
Anochece