viernes, 6 de septiembre de 2013

A Buenos Aires. Lo que pudo ser.

Recuerdo de Sao Paulo
Casualmente el fin de semana que Tokio se llevó la gloria olímpica en Buenos Aires, nosotros teníamos que estar allí. No en la ceremonia pero sí en la ciudad, teníamos viaje comprado desde hacía muchos meses. Pero se torció la historia.

Eso sí, llegamos muy bien al aeropuerto, saliendo con algo de margen no pillamos los atascos infinitos de la marginal Tieté al aeropuerto de Guarulhos. Llegamos y comimos pollo en el aeropuerto. Pasamos los controles y llegamos a la puerta de embarque, nos hicimos unas fotos en esas máquinas que te hacen una foto de recuerdo de algún sitio y esperamos a nuestro avión.
El avión llegó, se bajaron los que venían de Estambul (sí, ahora resulta que estamos uniendo también la candidatura olímpica Turca) y nos dijeron que tardarían un poco en embarcarnos por labores de limpieza y mantenimiento, que el avión había llegado un poco más tarde de lo previsto. Nada fuera de lo habitual.
Media hora más tarde nos embarcaron, nos acomodamos en nuestros asientos y esperamos... dos horas y media, con informaciones mínimas de lo que allí pasaba. Que había un problema en una rueda y la tenían que cambiar, que nos darían información cada 20 minutos.... allí nos fuimos al "bar" del avión hasta que nos echaron, cansados de nosotros o también conscientes de que íbamos a salir del avión. Primero en turco dijeron que pillásemos las maletas y saliéramos a esperar fuera, un rato después en inglés lo mismo. Menos mal que ya teníamos el ojo echado a dos que sabían turco y entre eso y dos palabras que habíamos aprendido en las 2 horas y media de sentada, pudimos averiguar que algo no iba bien.

Salimos del avión y allí estuvimos como dos horas más, esperando sin saber nada. Por suerte nos dieron unas bolsas de patatas y unas bebidas porque ya el pollo se había diluido en nuestro organismo y estábamos famélicos.

Volvimos a embarcar con algo de esperanza, y claro, con poca esperanza la desilusión es menor y por ellos no fue un jarro de agua fría cuando 90 minutos después, es turco exclusivamente, dijeron que el vuelo estaba cancelado, que pilláramos las maletas, saliéramos y siguiéramos a un pollo de la compañía aérea.

La gente que no hablaba turco se quedó en el avión y ya conseguimos que dieran los avisos en inglés después de que su pusieron gallos diciendo que aquel avión es turco y no tenían porqué hablar en inglés.

En fín, que seguimos al pollo y nos quedamos en la salida de la aduana para el sellado de entrada en el pais. 40 minutos más perdidos esperando que llegaran dos policías federales para autorizar la entrada... los habríamos pillado durmiendo porque creo que al final no llegaron. Conseguimos los sellos después de insistir mucho.
La última cola, en el sorteo.
De ahí a la oficina de Turkish en Guarulhos, uno de nosotros de avanzadilla consiguió localizar el local que estaba escondidísimo y sin indicaciones. El resto dimos vueltas y preguntamos y nada... hasta que un funcionario del aeropuerto nos acompañó. Y menos mal.
Ahí una nueva cola y una nueva espera donde volvimos a ver la desorganización más impresentable. Los de la aerolínea no sabían que hacer. Primero que nos recolocaban según orden de llegada, estábamos dentro del primer paquete de recolocados, solo 9 personas y estábamos ahí. Nos pillaron los nombres. Pero solo fue para pasar el rato.
Llegó más gente a la cola, salió la que era abogada que había llegado tarde y se puso a organizar y pedir los billetes a los que venían de Turquía.
Llegó la chachona brasileña y para entrar con buen pie porque le costó encontrar el lugar, se puso a decir que ella era brasileña y que tenía los mismos derechos o más que cualquier otro de otro país. Todo lamentable. La fila se estiraba, encogía, engordaba, alargaba y allí lo único que pasaba es que cada vez llegaba más gente. Ancianos y cojos incluidos.

Nos volvemos a casa
Cuando se volvió ingobernable aquello nos movieron a otra cola en facturación de equipajes donde por lo menos había aire que respirar. Allí nos enteramos que los business ya habían sido recolocados y enviados en un vuelo a Buenos Aires. Ahora comenzaron a llamar a gente para darles otra recolocación, eran casi las 2 de la mañana, decidimos volvernos a casa, desistir.


Bueno, todos menos el miembro más joven de nuestra expedición que consiguió un vuelo a las 7 am gracias a que se hizo amigo de un cojo que estaba dos veces en la lista. Pero eso ya es otra historia, una historia ajena de la que no me corresponde apropiarme.

Ahora lo que tenemos es la esperanza de conseguir que nos den unos vuelos a mediados de Octubre y consigamos llegar a Buenos Aires.

Eso sí, para quitarnos el mal sabor de boca, el sábado nos fuimos a comer a "Estación Sur", un restaurante argentino donde nos pusimos tibios a carnaza rica. Hasta morcilla de verduras tenían.
Durante la comida es cuando nos enteramos de que no iba a haber Madrid 2020. De la relaxing cup of café con leche nos enteraríamos más tarde, si no, no habríamos podido degustar la comida.
Parrilla Argentina para 4