martes, 25 de septiembre de 2012

Elecciones (I)

Pones la radio y ahí están. La TV y los ves. Sales a la calle y tienes que esquivarlos. Sí señor, las elecciones ya están aquí. En realidad he olvidado el día que llegaron, pero llevan más de dos meses de campaña casi seguro. Y todavía faltan dos semanas para las elecciones. Para la primera vuelta.
Los primeros días, ingenuo de mí, pensaba que lograría mantenerme ajeno e ignorar la parafernalia desplegada por los medios. Fue duro, resistí una semana. Después me uní a la corriente que los mira como las vacas al tren.

En la Radio y TV tienen por ley espacios gratuitos para que expongan sus programas. Media hora en horario punta a la mañana y otra media hora a la noche. Cada grupo tiene su tiempo, todos los grupos van seguidos. Uno detrás de otro, sin tiempo para que cale el mensaje, a lo burro. Aquí es posible escuchar a todos los que se presentan a vareador (que debe ser como concejal) y a prefeito (alcalde) porque aquí se vota a la persona, aunque tenga un partido por detrás.
Así, y me invento, puedes escuchar al profesor Perico diciendo que es profesor desde hace 40 años y que va a dotar a las escuelas de pupitres nuevos. O al Capitán Marques, ex-policia militar que va a llevar la seguridad a todos los barrios de la ciudad. Esto se escucha todos los días en la radio, y estos ejemplos que me he inventado son coherentes, se escucha cada cosa...

El otro día, en esos 30 minutos estaban dando la información de uno de los grupos cuando de repente se cortó la grabación y salió otra que decía que otro grupo había denunciado ante un tribunal la propaganda del que estaba emitiendo, por decir mentiras y contó la verdad. Me resultó bastante divertido.

Luego, el tribunal superior eleitoral que vela por unas elecciones limpias también emite anuncios con el lema "Valorize seu voto" en el que pide que se tengan unas miras al futuro y no se deje comprar el voto a pie de urna. Por lo visto, hay figuras que compran votos a cambio de electrodomésticos, dinero y hasta por dentaduras postizas. Y no me lo invento. Otras fuentes me han confirmado que lo de las dentaduras es cierto.

Otro detallito es que el voto es obligatorio aquí. Si no votas no te vana a buscar a casa ni te van a poner una multa pero te va a incapacitar para hacer muchas cosas tales como encontrar un trabajo. Cuando uno va a votar llevar una tarjeta sellada de la última votación y te la sellan con la nueva. Este tarjeta parece que te la piden allá donde vas si quieres hacer algo legal.

Ya seguiremos que el temita de las elecciones da para mucho.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Tráfico

Hay una radio que solo habla del tráfico en Sao Paulo. Y no me extraña. Los atascos (tráfico lento) los miden por kilómetros en la ciudad. Lo normal es que se oiga que andan sobre 40-60 kilómetros de tránsito lento pero hay veces en las que se pasan de los 240 kilómetros. En realidad no son todos seguidos. Esta ciudad está hecha de carreteras así que se pueden distribuir 200 kilómetros de atasco por la ciudad y aún así quedan muchos sitios en los que se circula con normalidad. La peor zona es la zona Sur. Nuestra zona.

El viernes pasado fuimos a recoger el coche que estaba encargado hace 7 meses. Nos dieron una dirección y allí nos dirigimos. El sitio era un aparcamiento de coches de los que son típicos aquí. Como todo el mundo se mueve en coche y las zonas de aparcamiento son más bien escasas, hay muchos solares donde te aparcan el coche por unos reales. Fuimos a buscar el coche a un sitio de estos. Nos habían avisado de lo curioso del sitio así que entramos y preguntamos.
La sala de espera
Para los que crean que en un lugar de aparcamiento de coches no hay más que eso, coches aparcados, que sepan que no. Hay vida al fondo, detrás de la puerta metálica azul cerrada y con un cámara que apunta a los visitantes.

Dentro, una moza atiende y nos invita a esperar en una sala de espera, nos ofrece café y nos sentamos a esperar viendo la TV. En Brasil son muy amables y sonrientes. Pero la espera no te la quita nadie.


Tras cerca de una hora comprobando papeles para no darle el coche a la persona equivocada, nos lo dan tras hacer un chequeo de todo lo que tiene. Aquí se aprende un poco de vocabulario de coches:
Neumático: Pneu
Alfombrilla: Tapete
Gato: Macaco.
Este último me hace mucha gracia, aunque también les hace gracia a los brasileños que nosotros lo llamemos gato.

Ahora, con el coche nuevo había que devolver el coche de alquiler así que, sobre las 18:00 nos vamos hacia el Localiza (empresa de alquiler) que está a unos 15 kilómetros de casa. Ya venían diciendo por la radio que el tráfico estaba ruin pero no podíamos hacer otra cosa.
Una hora y media después llegamos al Localiza. Sí, la media es una patata, se tarda menos corriendo. Lo se.
Atascados
Otra hora y media después, llegamos a casa con un agotamiento físico increíble. El tránsito de Sao Paulo puede ser terrible.

Sin ir más lejos, en el puente de la Independencia de Brasil de hace unas semanas creo que se batió algún tipo de récord  Recomendaban no salir de Sao Paulo en coche porque era un infierno. Tenemos el testimonio de un chaval que salió de casa con la sana intención de acercarse a la playa y 5 horas después volvió tras haber recorrido menos de 10 kilómetros. No reproducimos las palabras porque hieren las sensibilidades de cualquiera.

Pero lo bueno de los atascos de Sao Paulo es que entre los coches florecen los vendedores de todo tipo de productos: Agua fresca, cargadores de móvil para enchufar al mechero, galletitas y chocolates, globos para los niños entretener. No falta detalle.
Y no solo eso, los atascos tienen más cosas buenas. Es la Excusa Perfecta para justificar que se llega tarde a cualquier sitio:
 "-O transito estava ruin"
Y muchas veces es verdad pero otras es solo una escusa pero no hay quien pueda rebatirla.

Sao Paulo también ofrece la posibilidad de ver vehículos curiosos, de la más alta gama (pero alta de verdad) o de lo más cutres. Si uno se sienta en la calle Oscar Freire puede pasar una mañana, una tarde o el día entero viendo dos cosas: Los pijos más pijos de Sao Paulo y alrededores y los coches y las motos más llamativas. El otro día, por ejemplo. Un moñas en una Harley Davidson decorada hasta con pistolas. El tío iba vestido de militar con chaleco antibalas y una insignia de los SWAT. Para flipar. Primero se paseó por la calle y luego debió aparcar la moto en algún sitio y se dirigió a una panadería a tomar su cafelito.
Anda, ¡qué moto tan maja!
Nota: La de rojo y la de amarillo no son la misma persona.


domingo, 2 de septiembre de 2012

Fin de semana en Río (II)


Parada 1 del Pan de Azúcar
Tras descansar del ajetreado día en el hotel-apartamento esta vez nos madrugamos bastante para hacer la visita al Pan de Azúcar. Nos habían comentado que los tours guiados y los viajes contratados por los turistas suelen llegar a partir de las 10 de la mañana así que, como nos nos apetecían las aglomeraciones, a las 9 ya nos había dejado el autobús de línea correspondiente, habíamos comprado las entradas y estábamos ya subiendo a la primera parada.
El Pan de Azúcar son dos montículos a los que se accede a su parte superior mediante un teleférico que sube a toda leche. Tiene la capacidad aproximada de llevar a unas 1000 personas a la hora si no entendí mal. Va bastante rápido, se nota sobre todo en el cruce con el vagón que va en sentido contrario.
El primer montículo del Pan de Azúcar es el más grande y tienen bastante oferta de ocio para poder pasar una mañana o una tarde por ahí. Lanchonete, tienda, mini museo, lugares para hacer fotos, un cine en el que proyectan de forma continua la historia del funicular. My interesante este último, la verdad. Van mostrando imágenes de hace unos años y de hitos importantes para el funi de Rio, como por ejemplo, cuando se rodó una de las películas de James Bond, Moonraker:



Ahora la cabinas son otras un poco más espaciosas y de corte más moderno pero el aparato funciona por el mismo sistema aunque no dejan morder los cables.

Las vistas desde aquí son buenas, se puede ver la zona de playas y el Cristo con la ciudad a sus pies pero creo que para vistas, las del Cristo son inigualables.

Río desde el Pan de Azúcar
Después de la primera base viene la segunda así que se vuelve a coger un funicular y te lleva a la cima que está bastante alta. También hay un lanchonete y una tienda de recuerdos y otra vez desde ahí las vistas son muy buenas y merece la pena darse un paseíllo por los senderos. No da para mucho tiempo pero aún así es recomendable para ver lagartijas y pájaros. Desgraciadamente ningún macaco se acercó a saludar. Tal vez porque está prohibido darles de comer. ¡Cuánto daño han hecho los carteles!

Una vez visto, nos bajamos ras de mar a pasear un poco más, conocer otras playas que aún no habíamos visitado con calidad suficiente (Ipanema y Leblón, por ejemplo). Playa larga y, en domingo, con bastante de gente. Tanto la playa como el paseo que hay a su lado. Mucha gente y mucha campaña electoral que ya no se cuánto tiempo llevan, más de un més seguro y hasta el més que viene no son las elecciones. Son unos bárbaros.
Playa Vermella a los pies
del Pan de Azúcar
Ipanema
Copacabana


Botafogo desde el Pan de Azúcar

Si a uno (o una) lo sueltan (o la sueltan) en una playa de Río y no le dicen cuál es puede mirar al suelo del paseo y decir si es Copacabana o Ipanema por el diseño del calçadão. En Copacabana el diseño recuerda a la olas del mar. En Ipanema no. Si se ven muchos barquitos aparcados estaríamos en Botafogo y si lo que hay es un charco muy grande de agua rodeado por tierra y casas estaríamos en Lagoa.

Antes de comer fuimos al mercadillo hippy a ver punkies y no había... solo hippies. Es el típico mercadillo de artesanía, ropas y demás pero buceando se encuentran buenos precios así que ¡hay que ir!
Collares de botones en el mercadillo
También paseamos por la Laguna que es la zona más chic y exclusiva de Río, la más cara. Está bonito pero no se, me tendría que parar a pensar si es la zona que más me gusta.
La laguna
Y no dio mucho más de si el viaje porque luego nos fuimos al aeropuerto para volver a Sao Paulo.
Un Río de arena en Copacabana
Y antes de despedirme, os recomiendo este vídeo que representa muy bien a Rio y los brasileiros:



sábado, 1 de septiembre de 2012

Fin de semana en Río (I)



En el Cristo Redentor
 Para continuar con esto, que más parece un cuaderno de viajes que otra cosa, describiré un poquillo el viaje a Río. Vaya por delante que Río de Janeiro es una ciudad con más de 6 millones de habitantes y que no he tenido tiempo de verla entera.

Cuando se ven imágenes de Río, lo normal es encontrar un par de ellas que son las más famosas representantes: El Cristo de brazos abiertos (Corcovado) y un par de montes que se adentran en el mar (Pan de azúcar). Obviamente nos acercamos a conocerlas, que no está demás.

La llega a Río se puede hacer por muchos medios de transporte, a mí me tocó el avión, medio rápido y bastante barato si no importa el horario. Mis primeras vistas de Río fueron pues, desde el avión, sobrevolando una llanura inmensa con casas humildes (o eso parecía). Una extensión inmensa.
Aterricé en Galeón, el aeropuerto internacional y, desde ahí, al sur de la ciudad, en un autobús que pasaba por el otro aeropuerto y se metía en la ciudad así que, de camino al sur (playas) dio tiempo a ver un poco de la ciudad en la que se mezclan calles radiantes, limpias, con mucho ambiente y tranquilizadoras, con calles en las que bien vendría una manita de restauración. Se ven unos edificios que recuerdan a otras épocas de esplendor pero que ahora están llenos de pintadas y hechos unos zorros. Pero, por lo visto, están por restaurarlos. Esto me quiere sonar que era por la zona del puerto, pero no me atrevería a asegurarlo 100%.
Quitando esta zona, luego el bus se mete ya por calles y carreteras muy dignas. Sorprende mucho las grandes avenidas, amplias y limpias. Con el asfalto impoluto, sin agujeros. En Sao Paulo es más complicado encontrar eso así.
El bus me dejó en la playa de Copacabana y desde ahí un pequeño paseo al hotel-apartamento a dejar la mochila y luego vuelta a la playa para verla. Copacabana es la playa que tiene un paseo con el suelo empedrado con dos tonos uno claro y uno oscuro, dibujando ondulaciones para imaginar que seguimos en el mar. Es una playa muy grande y con muchos chiringuitos playeros tanto en la arena como fuera de ella. También mucha gente haciendo deporte y mostrando músculo. La playa bien, gracias.

A la noche fuimos a cenar a Lapa, una zona de ambiente donde hay bares en los que dan de comer y de beber. La zona atestada de gente era muy agradable, tal vez la música la ponían un poco alta.
Largo do boticario

El sábado fuimos a ver al Cristo Redentor y a mirar Río desde él. Hay varias opciones para llegar allá, desde viaje organizado a coche particular. Nosotros fuimos por la que parecía más interesante, el transporte público. Primero en bus hasta la estación de tren y luego en tren hasta el Cristo. En realidad creo que a la segunda parte no se le puede llamar transporte público, lo dejaremos en transporte turístico. Llegamos medianamente pronto pero el tren estaba lleno hasta hora y media después así que aprovechamos para ver la zona. Un poco más arriba de la estación del tren está el Largo del boticario , una calle con 3-4 edificios que fueron morada de un boticario rico que atendía a la familia real y que resultan bonitos con los colores en los que están pintados. Además la conservación de los mismos le da un toque añejo muy adecuado. Un rincón digno de conocer.

Tren al Cristo
Después de hacer algo de tiempo fuimos al tren, que claro, estaba lleno aunque como lo controlan bien, solo entran los que tienen la hora adecuada. El tren lo que hace es ascender y ascender. Comienza pasando entre casas de Río durante unos minutos, luego se adentra en una espesa selva de árboles inmensos entre los que, de vez en cuando, se deja ver el mar y se adivinan unas vistas excelentes que levantan exclamaciones de los presentes en el tren y, finalmente, llega a los pies del Cristo. Ahí nos apeamos, pillamos un ascensor y salimos a la luz. A admirar tamaña belleza que por más que se quiere imaginar no se consigue. Desde ahí arriba (cerca de 900 metros) hay una vista de 360 grados que permite ver la ciudad, la bahía, la zona industrial, la sierra. La sensación de ver la ciudad, los morros, el pan de azúcar es casi indescriptible. Seguro que algún poeta lo ha conseguido. A mí me daba la impresión de estar viendo un dibujo, un hermoso cuadro en un lienzo. No parecía real de tan bonito.
Vistas desde el Cristo
Basta de cursilería. También había bastante gente, mucha me atrevería a decir. Pero con paciencia se podía llegar al extremo y sacar la foto de todo sin molestias.
Después de un largo rato por ahí nos volvimos al tren, llorando a moco tendido por tener que dejar aquello.
De ahí nos fuimos al barrio de Santa Teresa a darnos de comer un poco, después de pasear un ratillo. no mucho porque enseguida nos quedamos solos y no recomiendan caminar solo, nos metimos a comer en Santa Arte una feijoada especial de la casa (parecido a alubias con sacramentos) que nos supo a gloria, entre otras cosas porque en lugar de emplear partes "guarras" del cerdo, echaron partes bastante nobles y aquello estaba exquisito.

Graffitti en Santa Teresa
De ahí ya nos bajamos del barrio y fuimos a conocer Lapa de día. Y la fiesta seguía por allí, aunque con menos gente, los bares tenían música en directo y los paisanos allí estaban con la cerveza y bailando. Muy agradable el barrio. Por allí está la Catedral que parece un volcán y los arcos del tranvía. Caminamos por el centro de Rio y nos volvimos a dar un paseo nocturno por Ipanema. Otra famosa playa en la que la primera línea es resindencial y poco activa de noche así que nos paseamos por la segunda línea en la que ya había más ambiente.
Los arcos de Lapa
De vuelta al hotel. Mañana más.