lunes, 19 de noviembre de 2012

Ouro Preto

Seguimos aquí y aunque el desayuno de la posada de Tirandentes era mejor este no es malo tampoco. Tiene todo lo básico para satisfacer al más exigente paladar y la sala de desayuno es espectacular. Con una decoración flower power y colonial estupenda, acompañados de un hilo musical a base de bossa nova.
Antes de seguir con nuestra visita a Ouro Preto como ciudad, nos acercamos a la mina visitable más grande del mundo. Y, a ojos profanos, nos parece realmente grande. No la visitamos entera porque se extiende más de 30 kilómetros pero lo que vemos nos da una idea de la barbaridad que se ha estado haciendo ahí abajo durante 400 años, primero a base de esclavos y luego ya, a base de mano de obra de hombre libre. Las galerías son inmensas, hay infinidad de ellas y es fácil perderse, sin lugar a dudas. Además, tienen una zona inundada que es visitable también por expertos del buceo con bombonas. Como nosotros no pasamos de bucear con snorkel ni lo intentamos.
La bajada a la mina nos lleva a 120 metros de profundidad en un carro como de atracción en parque de atracciones solo que con algo menos de seguridad. Por ejemplo, los de la primera fila no tienen ni una mínima sujeción que garantice su integridad física y cuando estamos bajando por unas pendientes bastante pronunciadas la gravedad tira hacia abajo así que se las ven y desean para no escurrirse. Menos mal que no pasa nada y llegamos todos los que partimos.

En la mina:










Después de minear seguimos recorriendo Ouro Preto conociendo la gastronomía minera. Hoy es el turno del frango al molho pardo. Es decir, pollo con salsa marrón que está muy rico.
La salsa marrón es a base de la sangre del pollo. Lo descubrimos un día después tomando un café en una cafetería que tenían libros. Uno de ellos, con recetas tradicionales mineras, nos abrió los ojos.


Luego nos damos unas vueltas más para conocer las iglesias y las cuestas de Ouro Preto. ¿Hemos comentado ya que son extremadamente empinadas y empedradas? Ir en autobús urbano por ahí es una odisea porque hay muchas calles de doble sentido en las que sólo entra un vehículo y los semáforos brillan por su ausencia. Sólo he visto uno en el tramo de la mina a la plaza Tiradentes pero no pasa nada. Al final todo fluye y aquí, al ritmo brasileiro, todo llega. No hay prisa ni tiene porqué haberla.
Visitamos la Casa de Contos que tiene una exposición de la historia de la moneda en Brasil estupenda. Es increíble la cantidad de veces que han cambiado de moneda estos brasileños los últimos 60 años.
La Posada de Chico Rei, en la que nos encontramos es encantadora, más allá de la habitación que tenemos, la sala de estar es una gozada tanto para leer como para disfrutar de unos juegos de mesa o de una película en pantalla gigante con sonido 5.1 de alta calidad.

Más Ouro Preto:







Además, en la zona de desayuno hay siempre café caliente y pastelitos para degustar, sin olvidar la simpatía de los dueños que hacen más, si cabe, agradable la estancia aquí. Muy recomenable.

La Posada:


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