Esta historia comenzó hace unos cuatro meses y prometía un final rápido y feliz. Pero no es eso lo que pasó. Todavía no.
En casa somos bastante musicales y para que no decaiga el ánimo, un piano es la compañía ideal a la guitarra. Allá por Julio fuimos a una tienda donde nos trataron muy bien y muy amablemente. Fuimos a ver pianos de segunda mano porque los nuevos son bastante caros y como tampoco vamos a estar aquí toda la vida, no llega a compensar.
La tienda tiene dos zonas, una noble con pianos nuevos y adecentados y una, digamos, menos noble donde tienen pianos que acaban de recibir y que tienen que adecentar y preparar para la venta. Ese día preguntamos por pianos disponibles y nos enseñaron unos cuantos en ambas zonas. En la zona noble los que había no cumplían las expectativas, no así alguno de los que había en la otra zona. Ahí encontramos un piano brasileño que sonaba bastante bien pero que tenía un aspecto lamentable, tenía desconchones, los pedales desencajados, estaba bastante sucio y desafinado pero era un diamante en bruto y, comparándolo con otros pianos que tenían en la misma tienda parece que era de los que mejor calidad/sonido/precio tenían así que hablamos con el mozo de la tienda para ver cuánto tardaban en dejarlo presentable. Nos prometió que en una semana o dos lo tenían bien arreglado, limpio y afinado así que apalabramos un precio que apuntó en una tarjeta.
El chaval muy majo, nos contó que tenían tanto mercado de segunda mano porque esta generación actual no le da al piano y los propietarios los venden y claro, después de tanto tiempo abandonados a su suerte no llegan en las mejores condiciones. Pero que ellos los dejan muy bien.
Quedamos que nos llamaría en cuanto estuviese para darle el visto bueno y proceder con la compra. Nos volvimos más contentos que unas castañuelas para casa, en poco tiempo habría que hacer un hueco para el piano.
Pasó una semana y nada pero como más o menos tenemos ya cierta experiencia con el ritmo brasileño no nos preocupamos y no llamamos, además, como la semana siguiente tampoco íbamos a estar por Sao Paulo no nos importaba. Pasó esa semana, la siguiente y alguna más y la llamada no llegaba. Llamamos y nos comentaron que sí, que tenían nuestros datos pero que infelizmente no habían podido meterse con el piano, que no nos preocupáramos que iba a ir bien.
Vale, habrán tenido algún problema y lo arreglarán, no pasa nada por un par de semanas más.
Pero pasaron varias semanas más y no llamaban ni para decir que no nos preocupáramos. Un sábado, ya cansados de esperar nos pasamos por la tienda donde estaba el mismo mozo que nos atendió. Nos abrió la puerta y dijo que sí, que se acordaba de nosotros que tenía nuestro teléfono pero que no habían podido meterse con el piano. Con la desconfianza que proporciona la experiencia pedimos ver el piano.
Sí estaba allí, por lo menos no lo habían vendido a nadie pero seguía estando en estado penoso. Claro, ahí ya nos contó que el "chaval" que arregla los pianos estaba enfermo con una hernia discal que le impedía desempeñar las labores mínimas requeridas para restaurar un piano pero que ya estaba a puntito de recuperarse. Ya de paso nos contó que es el único que tenían y que claro, como llevaba tanto tiempo con la dichosa hernia, tenían un montón de trabajo acumulado pendiente. Y la verdad es que tenían un montón de pianos por restaurar. Ya nos contó también que él mismo estaba a punto de empezar un cursillo que le iba a enseñar a restaurar y afinar pianos porque no podían depender de un solo hombre que supiera hacerlo. Lógico por otra parte. Ya estábamos dos meses esperando e imagino que otros también estarían esperando como nosotros.
Con la promesa y las expectativas de un arreglo en breve (otra vez) y con la promesa de que no iban a llamar nos fuimos.
¿Y qué pasó? Unas semanas después todavía nada, llamamos nosotros y nada, no había sido posible todavía.
Pasaron unas semanas más hasta exactamente hoy, hemos llamado, preguntado y nos dicen que ya está. Increíble. No nos han llamado pero ya está, así que le decimos que en 20 minutos estamos en la tienda para ver y probar el piano. Vale, sin problemas.
De camino a la tienda nos cuestionamos la formalidad que tienen porque nos prometen que nos van a llamar mil veces pero luego no llaman y si no lo hacemos nosotros no nos enteramos que el piano está listo. En fin como ya está, pelillos a la mar, vamos a por el piano.
Llegamos a la tienda y nos atienda una chica que no conocíamos pero nada, nos lleva hasta el piano. Sorpresa, estéticamente está muy bien. Genial.
Pero nos ponemos a probarlo, a ver la afinación y las teclas centrales bien pero llega un momento en que han afinado dos teclas seguidas en la misma nota por un lado y luego han seguido afinando mal desde ahí y por otro lado se han saltado una nota.
Atención a la justificación de la moza que es para mear y no echar gota. Dice que es que ha hecho mucho calor y se ha desafinado el piano los últimos días. Nos miramos con cara de sorpresa y le contestamos que cómo se va a desafinar un piano de esa forma, ni por intervención divina se consigue algo así, se desafinarían la mayoría de las notas un poco o un mucho, no unas pocas y con esa configuración. Si el piano tiene DO,RE,MI,FA,SOL,LA,SI,... no puede ser que se desafine y quede DO,RE,MI,MI,FA,SOL,LA,SI,... y el otro lado tenía algo así como DO, RE, FA, SOL, LA, SI... Es decir, faltaba un MI.
Cuando parece que lo entiende la moza, porque repetía, "Entendí, entendi", vuelve con la explicación del calor. Que compremos el piano que nos lo afinan en casa en un periquete. Ni de coña, primero afinado en la tienda, probado y luego en casa, reafinado.
La tía pensaba que somos gilipollas, que el calor va a hacer eso, y nos lo contaba como si nosotros fuéramos bobos y nos tuviéramos que creer la historia. Ni aún después de abrir la tapa del piano y ver que, efectivamente, solo las cuerdas de la parte central del piano estaban limpias y tocadas (y los laterales bien sucios) se ha bajado del burro.
Hasta que por una puerta se ha asomado el mozo que nos mostró el piano las primeras veces que ha confirmado que todavía no había afinado todo el piano, solo la parte central. Y aún así lo ha tenido que repetir dos veces porque la otra seguía justificando el desafine por el calor.
Por lo menos el chaval ya hizo el cursillo de afinación de pianos y los afina él mismo si no todavía seguiríamos igual porque el que restauraba pianos, el de la hernia, es también el que los afinaba.
¿No podían habernos dicho por teléfono que faltaba la afinación o reconocerlo en vez de inventar historias de mucha risa? Esto es así, hay que acostumbrase.
Conclusión, todavía no tenemos el piano pero ya está limpio y restaurado. Sólo falta la afinación. Hemos quedado que nos llamarán cuando esté. ¿Apuestas?
Es desesperante, trabajando también muchos son así, todo son facilidades y luego nada está a tiempo. Y cuando preguntas, cuentan unas novelas impresionantes!! En fin, al menos en este caso lo gordo de la reparación está, que lo complicado era lo del pedal. A ver ahora cuanto tardan en acabar la afinación!! paciencia!
ResponderEliminarPor cierto, la historia sigue pendiente de que los de la tienda llamen. No tiene pinta de que lo hagan en los próximo 100 años.
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