jueves, 5 de julio de 2012

Y ahora tenemos ya el RNE que no es otra cosa que el carnet de identidad para inmigrantes.
Para ser un miembro reconocido de la comunidad extranjera en Brasil, es bueno estar identificado así que por eso tenemos el RNE. Su obtención no se puede decir que haya sido complicada pero tal vez un poco lenta.
Para obtenerlo hay que pagar dos tasas, una de uno 120 reales y otra de unos 60. Estas tasas se pueden pagar en cualquier banco de Brasil.
Nosotros no sabíamos de la segunda tasa así que el lunes me fui a pagar la primera al Banco de Brasil, a una sucursal que está en la Avenida Paulista. Como siempre, hay una persona que te da un número para que hagas el trámite, después de contarle a lo que vas.

Contento con mi número subí las escaleras de caracol para que me atendieran lo más rápido posible pero cuando entré en la sala me quedé perplejo, aquello parecía una manifestación. Había gente a patadas, una barbaridad. Me tocaba esperar... de hecho esperé como una hora y media. Tiempo más que de sobra para que se me procurara diversión para no aburrirme pero como no había nada, me dediqué a observar, que es barato y no te multan por ello.

Lo primero es que dentro de los bancos no se puede utilizar el móvil. Por lo visto, algunas personas criminosas se dedican a ver quien saca pasta para llamar por teléfono para señalar posibles objetivos valiosos. Esa es la teoría, no se puede utilizar.... pero lo utiliza todo el mundo.
En la sala en la que estaba, además de la seguridad que da no poder utilizar el móvil, había 4 personas de seguridad armados hasta los dientes y con antibalas. Dos paseando y otros dos detrás de dos garitas acorazadas, uno a cada lado de la sala para poder vigilar perfectamente a los que allí nos encontrábamos. Indican que no se hable con ellos, pero ellos no paran de hablar entre sí. Será para no distraerlos.
Había 7 cajas, una para personas con dificultades y el resto eran cajas normales. De esas 6 cajas para personas normales, en el pico de máxima afluencia de trabajadores, estaban tres. Nótese que digo máxima afluencia porque mucho tiempo estuvieron con dos y hasta un rato con una solo.

El sistema de numeración que se emplea no parece seguir un patrón lógico ya que los números son secuenciales por gestión y nunca sabes los que te quedan por delante. En esas estaba yo, a la media hora de estar allí, estimando el momento en que me iba a tocar cuando una de las trabajadoras se levantó, fichó (tienen el tarjetero de fichar en el mismo puesto de trabajo) y nos quedamos con dos cajeros únicamente. Yo pensé que habría alguien que la sustituyera pero no. Se van a comer y la atención se queda en mínimos.
Bueno pues, seguí esperando... los cajeros iban llamando números y muchos no respondían, cosa que no me extraña por el tiempo que se tarda. Lo malo es que había veces que si no respondía, no pasaban al siguiente sino que se ponían a esperar.
Debido a esto, al menos dos veces me quedé más perplejo que cuando entré al banco cuando la persona que fue llamada 5 minutos atrás va caminando lentamente como quien disfruta de la vida bancaria y se acerca al cajero con más parsimonia que una tortuga coja y muestra su número y es atendida. Madre mía. La gente vive por el trámite y el papeleo, en lugar de darse prisa lo trata de hacer lo más largo posible.
Otros de los clientes del banco me consta que cogen el número y se marchan y estiman que lo suyo es volver una o dos horas después. Algunos incluso llegan tarde y como te guardan el turno, ¡alegría!

En el banco también había una señora que no estaba bien de la cabeza, andaba hablando con su sombra sobre cosas que desconozco. Tiraba de una bolsa como si de una maleta con ruedas se tratara. Yo creo que la dejaban estar allí porque entretenía al personal. Al final se marcho. Imagino que ella también se aburría. Agarró su bolsa y la arrastró hacia la salida mientras seguía hablando con ella misma. La gente sonreía.
Como veis, la hora y media del banco da para mucho y se pasa bien, aunque se me ocurren al menos tres mil sitios donde hubiera estado mejor pasando el rato.

Un compañero de bancada dejó el periódico así que también tuve suerte en eso, me leí el Metro entero, aunque no suele tener muchas páginas resultó algo entretenido.

Finalmente me tocó, casualidad que me atendió la señora que fichó para ir a comer que había vuelto ya con el café tomado y todo. Cuando me llamaron pensé en tomarme mi tiempo, en ir saltando, en decir unas palabras de agradecimiento y tal pero no, quería salir de allí cuanto antes así que volé hasta el cajero y en menos de 30 segundos había pagado, tenía los justificantes y estaba en la calle.

Conclusión, ir al banco parece más un sufrimiento que otra cosa así que procuraré ir pocas veces.
La idea que teníamos después de ir al banco era ir a la policía para hacer el RNE pero gracias al ratillo que chupé de cola no nos dio tiempo y fuimos al día siguiente.

Os lo contaré que también tiene su aquel.

2 comentarios:

  1. Eso me recuerda a cuentos que me cuenta Bea sobre sus visitas al banco! Yo quiero bancos así en los que socializar sea una aventura!!

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  2. Yo creo q hubiese abandonado, no tengo tanta paciencia! A ver si la recomendación bancaria de la oficina con gestora de confianza va mas rápida pq si no es para dejarse las venas largas!!! Identificaremos banco menos popular q el de Paulista!

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